Friday, May 13, 2011

el llamagasado de la gasangre.


cada vez que le cuento a alguien de qué equipo soy hincha, sucede el mismo diálogo:

- ah, no sabía que eras rosarina!
- no, no soy rosarina, nací en palermo. pero...

...y ahí empiezo a explicar el por qué de mi amor por ñuls, de las veces que se me patina la s porteña y me sale un "nos vemos a lah ocho", de las misteriosas cualidades del pastel de papas 100% dulce (de aquí en más, "pastel de fuente", por favor!), o de las bondades energéticas de los yogures cotar.

en estas cosas pensaba el jueves a la mañana, en el cementerio. se había muerto mi tía abuela, más rosarina que el parque independencia, el bar el cairo y la tienda la europea, y consecuentemente toda la familia se había reunido para despedirla. la generación nacida acá en buenos aires ya es más numerosa que la nacida allá, y sin embargo, rosario está, y mucho, en todos nosotros.

mis primos, mis hermanas y yo somos hijos y nietos de exiliados de una ciudad que es casi como atenas o esparta: una ciudad-estado.

rosario definitivamente tiene sus particularidades. el otro día escuchaba a baglietto teorizando al respecto, y decía que rosario está lo suficientemente lejos de buenos aires como para ser del interior, y lo suficientemente cerca como para querer "ser" buenos aires. y así y todo (y doy gracias al universo por ello), rosario nunca va a ser buenos aires. mi corazoncito socialista (que le sigue poniendo porotos a grossos como alfredo palacios o lisandro de la torre, una de cuyas cartas manuscritas conservaba un tío mío) se enorgullece cuando piensa en rosario, y es invadido por una mezcla de felicidad y bronca cuando me resigno a pensar que ese sistema no podría funcionar acá ni en un millón de años. en la nación rosarina, los tostados son los carlitos, la cerveza es el porrón, las batatas son los camotes, y el churrasco es la costeleta. por la calle se escuchan palabras tan divertidamente vibrantes como echesortu o ensaimada, y sé de gente muy instruida (asiduos lectores de autores totalmente delirados como deleuze o gadamer) que se enorgullece de poder leer mientras camina por el centro.

y bueno, lo que ya todos sabemos. fontanarrosa, olmedo, fito, nebbia. y fandermole, y abonizio, y goldín, que no han tenido tanta prensa, pero que son igualmente antológicos. y bielsa, el niño marcelo, el técnico que nuestra selección nacional de egos no merece, porque simplemente es demasiado grande.

pensaba en estas cosas -decía- caminando con mi familia por un cementerio, en un día precioso, con árboles de todos colores y un pasto prolijísimo. y pensaba que tal vez mi tía (que ya era muy viejita) se empezó a morir cuando se fue de rosario y se vino a vivir acá, cuando dejó de tomarse "la K", de comprar pollo asado en la rich, o de visitar a sus amigas en alberdi o fisherton. hay gente que lo resiste, hay gente que reniega de sus pueblos o ciudades cuando viene a buenos aires... y hay gente a la que el corazón le queda allá, sin importar los años.

pero, amigos, algunas veces pasa algo raro.

no sé si sea por pertenecer a una familia de exiliados (que a la vez es un exilio infinitamente menos doloroso que el que vivió mucha gente en épocas que todos conocemos... pero nada, es también un exilio), realmente no sé por qué es, pero tengo que confesar que muchas veces (y últimamente, muchísimas más) me agarra una saudade rosarina tan tremenda... una saudade de una ciudad en la que no nací, pero en la que pasé bastante tiempo.

no sé si le pasa a otra gente... la nostalgia de algo que nunca se tuvo del todo, y que, cuando se tenía, era algo casi aburridamente común. cuando iba a rosario (casi siempre en semana santa o en las vacaciones de invierno) me subía al gusano del parque independencia y quería ir al italpark, miraba la tele y el 3 y el 5 me resultaban escasos, iba a parrandear con mis primos de allá y terminaba tragando agua en la pileta del jockey, absolutamente desarrapada. era un panorama francamente desolador.

y ahora extraño desesperadamente todo eso. y, como frutilla del postre nostalgioso, estoy sintiendo con una frecuencia preocupante que estoy sobreviviendo en una ciudad a la que no pertenezco, y que haber dado el primer grito en una clínica de santa fe y scalabrini ortiz no sólo no me hace porteña, sino que me da aun más coraje para dar media vuelta y despedirme de buenos aires con ambos dedos medios en alto.

de vuelta el exilio; voluntario, deseado, proyectado para un futuro que tiene que ser cada vez menos lejano, porque así ya no se puede más. probablemente no sea a rosario, pero definitivamente buenos aires no va.

dándole vueltas a estas circunstancias, hace una semanita, y así, sin avisar demasiado, apareció una canción hermosa, de un rosarino casi hermoso ("casi", porque es un canallón irremediable, por supuesto), que se transformó en el soundtrack mental de aquella mañana en el cementerio... y se quedó ahí, firme, esperando, hasta que la pudiera grabar. hoy a la mañana, justo un día después, mientras la grababa me di cuenta que esta canción también habla de viajes, de irse lejos, de quedarse, de volver.

alguien dijo alguna vez que fito páez es el rosarino más porteño. definitivamente esos 300 kms de autovía que separan (o unen) a rosario y buenos aires tienen mucho más que cemento.

para mi familia,
para mi tía que nos espera del otro lado,
y porque rosario siempre está cerca... así, en presente,
dejaste ver tu corazón, de fito páez.